5 cosas que aprendí escribiendo sobre el infierno
En caso de que este sea tu primer contacto conmigo, siento la responsabilidad de aclararte que este no es ningún estudio bíblico. Escribo ficción, y en ese acto de escribir, exploro temas que me causan curiosidad, que me tocan de cerca o que me ayudan a procesar algunas cosas. Entre ellos, el concepto del cielo, el infierno, el inframundo y demás conceptos divinos.
Tratando este tema, sea de forma directa o indirecta, tengo 4 historias:
Infierno, Danzando con el volcán, Este no es tu cielo y el proyecto Tini, actualmente en pausa porque Tini, mi compañera de 16 años, terminó falleciendo cuando lo estaba escribiendo y seguirlo dolía un poco.
Este no es tu cielo lo podés leer acá y los demás —excepto el proyecto Tini—, en mi colección, “Palabras por minuto y otros cuento” dejando tu correo acá abajo. Es completamente gratuito.
Volviendo al tema en cuestión, pasa con la escritura que uno experimenta lo que o quién es, lo que o quién no es, lo que podría ser y en otras instancias, sirve de disparador terapéutico. Un poco de todo eso hay en estas historias y, siendo así, me han enseñado mostrado unas cuantas cosas Entre esas separe 4 cosas que aprendí mientras escribía sobre el infierno, el cielo y todo lo que hay entre medio.
Aunque estés en medio del infierno, podés tomarte un tiempo para distenderte
No solo podés. Ahí capaz que esté la clave para encontrar la salida. Un poco como esto de ver el árbol o ver el bosque. Si estás demasiado cerca, solo ves el árbol (el problema inmediato) y no el bosque (la situación). A veces hace falta, parar, respirar, buscar eso que todavía nos mantiene vivos y permitirse disfrutarlo.
Eso es lo que pasa en Danzando con el volcán. La protagonista, a pesar de estar en medio de un caos gigante, decide aferrarse a lo poco que le queda para frenar la pelea de sus hijas pequeñas y cambiar la energía del lugar. De más está decir que ese cuento es completamente autorreferencial, basándome en la peor semana de mi vida (donde casi pierdo la vida y que, unos días después, sea mi padre quien termine muriendo).
Hacerse cargo del bagaje puede ser una tarea casi imposible
Al menos, para algunas personas. No porque no quieran —que sí, que a veces puede haber algo de esto—, sino porque, muchas veces, los traumas no vienen de experiencias aisladas, sino que vienen de experiencias que se vivieron de forma continua a lo largo de la vida de uno.
Esos son los bagajes que uno no se da cuenta de que tiene y, por lo tanto, terminan siendo de los peligrosos. Esos que terminan haciéndote decir “Oops… Va a ser mejor que charle esto en terapia”.
En la sección anterior te conté que mi papá murió unos días después a que casi yo lo hiciera. No era un tipo simple. Fue una persona que, desde chico, la pasó feo: abandonado por su papá y con su mamá presa, tuvo que hacerse cargo de sus hermanas a los 12 años. Y eso es raspando la superficie de su historia. A partir de ahí podrás imaginar que un tipo muy alegre no fue.
Nunca en la vida lo escuché admitir nada. De hecho, su historia me la terminé enterando por fragmentos que me contaban mis hermanos, tíos, primos y madrastra… De él, nunca nada. Y, así y todo, lo entiendo. Pero cuando murió tuve algunos sentimientos encontrados.
Por un lado, una pena terrible. Me hubiera encantado poder verlo feliz alguna vez. Por otro, tranquilidad de saber que no iba a sufrir más (no solo emocionalmente, sino por el cáncer que tenía).
Ahora, yo no soy creyente. Me considero una atea agnóstica. Pero cuando murió, mi cabeza fue a un “¿Y qué pasaría si mi papá ahora se tiene que enfrentar al reto de entrar a algún cielo? ¿Será que es el cielo cristiano? ¿O será que es algo mucho más personalizado? ¿Será que lo acercará a su sueño de vivir en una playa brasilera, tomando cashaça, o será un lugar donde se muera (otra vez) de embole por lo perfecto que es todo? ¿Qué haría falta para que un alma torturada puede finalmente descansar en paz y dejar todo ese dolor atrás? ¿Será que se podría sin cerrar todas cosas pendientes que uno deja atrás? ¿Sin intentar curar un poco las heridas?” Así que le di la oportunidad a mi papá de empezar ese camino, aunque más no sea en un cuento corto.
Puede que el infierno en el que estés no te corresponda
En el cuento Infierno —tiene imágenes de violencia doméstica—, un nene termina sufriendo no por algo que él haya hecho, sino porque él fue el resultado de lo que otros seres hicieron. Lo peor es que, al igual que en el punto anterior, él no puede ver que está en un infierno, porque ese infierno es todo lo que conoce. No tiene otra cosa con la que compararlo.
Curiosamente, aceptar el infierno es lo que termina liberándolo de todo ese lugar y dándole una oportunidad de tener una vida libre de sufrimiento y donde va a poder simplemente ser.
Al menos yo así lo imagino al peque cuando cruza las puertas que lo van a llevar a donde nacen las llamas.
El asunto es que no. No todo pasa por algo. No todo es para que aprendas algo. A veces uno está en un infierno de rebote y sufrelas consecuencias, aunque no le correspondan.
Todos tenemos algo de oscuridad
No porque seamos malos. La tenemos porque la vida es compleja. La tenemos porque el ser humano es complejo. El asunto está en darse cuenta y hacerse cargo de la misma.
De eso se trata crecer, ¿no?
Algunos sufrimientos vienen por no querer aceptar que llega la hora de soltar
Proyecto Tini lo arranqué cuando veía que mi vieja gata estaba llegando a sus últimos tiempos. Es una historia sobre una nena que decide viajar al inframundo para evitar la muerte de su gata. Una historia sobre el duelo, pensada para mis hijas, pero que yo también necesité (necesito) escribir.
Tini llegó a mi vida siendo una gata que apenas había abierto los ojos. Me vio conocer gente, vio a mis hijas nacer, se mudó conmigo a Brasil y de vuelta para Argentina hace no tanto tiempo. Pero ya en su último tiempo en el extranjero la veía envejecer y debilitarse.
Peleé para que aguantara tanto tiempo como fuera posible hasta que, después de estar mes y medio yendo y viniendo a la veterinaria, fue esta la que me dijo que era hora de dejarla ir. Proyecto Tini fue y es terapia. Proyecto Tini habla del infierno de la pérdida de esos seres a quienes tanto amamos. Sean humanos (Manu perdió a sus papás también), o el animal que estuvo con vos en las buenas y, todavía más, en las malas.
Esas son mis cinco perlitas de escribir sobre lo divino. Si querés leer las historias, te recomiendo descargar el libro acá —tiene su versión corregida por la correctora Agus (Atu, si estás en el Discord de Locuras Literarias). Vas a encontrar una variedad de títulos y géneros interesantes.
Y sí, me parece que este artículo terminó siendo un poco más serio de lo esperado, pero a veces, hay ciertos temas que necesitan un poco más de seriedad.